Una devoción imparable: La Virgen de Guadalupe

El día de hoy la iglesia católica está de fiesta pues celebran mucha alegría a la Virgen de Guadalupe. Este culto se ha mantenido en constante expansión desde el siglo XVII y actualmente se ha convertido en la devoción católica más grande.

En México hay miles de iglesias y templos en los que la Virgen es venerada tanto por el pueblo mexicano como por los extranjeros. Cada 12 de diciembre la Ciudad de México recibe millones de peregrinos que veneran la imagen de la Virgen de Guadalupe.

Este culto inicia después de la conquista, en donde los frailes franciscanos construyeron una ermita en el cerro del Tepeyac, justo en donde anteriormente se encontraba un santuario prehispánico. En este solían venerar a algunas deidades, entre ellas a la diosa Tonantzin Cihuacóatl.

Los frailes hicieron este cambio con el objetivo de cambiar la devoción que los profesaban por rendir culto a la Virgen de Guadalupe. Después de esto, 30 años exactamente, la misma imagen de la Virgen ya tenía varios devotos que la consideraban milagrosa y acudían a ella para buscar su ayuda.

La actual imagen de la Virgen ha pasado por una suerte de cambios a lo largo de la historia pues primero se creó mediante un modelo infográfico, mejor conocido como mujer vestida de sol. Es por eso que la Virgen se encuentra de pie en una media luna y a su alrededor hay una gran cantidad de rayos solares.

Además claramente se pueden observar otros elementos muy particulares como el manto y la capa, así como una variación intermitente entre rayos rectos y curvos. Independientemente de esto, otros elementos fueron cambiados por los indígenas según su propia realidad.

De esta manera, se retiró de los brazos de la Virgen a un niño que la Virgen en la Gloria de los franciscanos llevaba. También se cambió el cabello que anteriormente era rizado y suelto por uno que se asemejara más al de las indígenas casadas nobles, de esta manera se originó el peinado lacio y de cabello oscuro que hoy conocemos.

Otro cambio notorio fue el cambio en el color de sus ojos y se le colocó el manto sobre la cabeza, destapando únicamente sus sienes. Y por supuesto que posicionaron sus manos en una forma orante.

A lo largo del tiempo se han registrado distintas apariciones de la Virgen de Guadalupe a distintas personas. Las primeras cuatro fueron a Juan Diego, quien era un indígena, en el cerro de Tepeyac.

Primero pidió a este hombre que le dijera al entonces Obispo que construyera una iglesia en este mismo lugar, pero él no creyó sus palabras. Es por eso que la Virgen volvió a aparecérsele a Juan Diego, esta vez pidiéndole que cortara las rosas más bellas del cerro y se las llevara nuevamente al obispo. Las llevaba en una manta de algodón y al dejarlas caer la imagen de la Virgen quedó impregnada en esta.

A pesar de que este culto surgió de Europa y fue difícil de introducir a los mexicanos, hoy por hoy en México el guadalupanismo es todo un símbolo que nos identifica.

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