Proveniente del centro de Asia, el ajo es conocido en el mundo entero no solo por sus propiedades alimenticias como uno de los condimentos preferidos, sino por mucho más.
Sus beneficios energéticos y medicinales son muchísimos, razón por la que decenas de culturas lo han utilizado a través de sus sanadores.
Quizá su efectivo poder quedó demostrado por primera vez durante el renacimiento, cuando se convirtió en prácticamente el único remedio contra la peste, así como de la cólera.
Desde entonces, se volvió parte fundamental de la dieta mediterránea, beneficiando a los pobladores de esa zona con su poder.
El ajo y sus propiedades
Ahora, varios años después, se sabe gracias a estudios científicos que es un excelente antibiótico natural. Ayuda también a prevenir infecciones y fortalecer el sistema inmunitario.
Por otro lado, es un gran colaborador a mejorar la salud de los hipertensos ya que dilata las paredes de los vasos sanguíneos. De esta forma reduce el riesgo de desarrollar coágulos sanguíneos, minimizando el riesgo de sufrir un infarto.
Hace descender tus niveles de paracetamol y actúa como un poderoso antioxidante.
Por si todo esto fuera poco, el ajo también cuenta entre sus propiedades los efectos antifúngicos, antivirales, antiparasitarios y antibacterianos.
De manera cutánea se recomienda en el tratamiento de la sarna, granos, mezquinos y hasta picaduras de insectos.
Finalmente, algunos usos que pocas personas conocen del ajo son su posibilidad de ayudar a contrarrestar los nervios, el insomnio, la anemia, las caries, la fiebre y muchas otras condiciones.
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